Obra:
Música para orquesta:
-Scherzo
sobre un tema popular (La filadora) (La hilandera
1897)
-Médona,
poema sinfónico (1899)
-Révérie,
schumaniana para violoncelo
y orquesta (1901)
-Solidaridad
de las flores, sardana (1907)
-Hispánicas
II: Cataluña, suite (1913)
-Cantos populares
españoles (1914)
-Hispánicas
I: Andalucia, suite (1924)
-Tema y variaciones para contrabajo
y orquesta (ca.1946)
Música
para orquesta y voz:
-La
Nit de Nadal, oratori (Nochebuena oratorio 1902)
-Poema
romàntich (Càntich d'Amor i de Dolor), (Poema romántico (Cántico de Amor y
de Dolor)) para barítono y orquesta
Lieder y canciones:
-Dos canciones de Contraluz (1898)
-Funeral
(1898)
-L'àngel
de la son (El ángel del sueño 1898)
-Melodias
(1898-1907) (Algunas
sin completar
y otras en que solo constan las indicaciones de las
partituras)
-Sis
cançons de Violetes (Seis canciones de violetas
1901-1904)
-Íntima
(1904-1907)
-Tres
poemas para soprano
y orquesta (1904-na.1924)
-Quan
jo ja seré mort (Cuando ya habré muerto 1905)
-Prec
de Madonna Elisenda (Oración de Madonna Elisenda
1906-1907)
-Oració
de mercès (Oración de gracias 1914)
-Ros
ton cabell, blau ton vestit (Rubio tu cabello, azul
tu vestido ?)
-Uns
llavis molls de la fresca rosada (Unos labios
húmedos del fresco rocio ?)
Música escénica:
Opera
-Imogina,
cuadro dramático (1894)
-L'Angelo,
Escena para barítono
y orquesta (1899)
-Hesperia
(1906)
Zarzuela
-En
todas partes cuecen habas o La romería del santo (1895)
-Pares
y nones (1895)
-Soledad:
Acto 1 (1895)
-Las
siete palabras (1896)
-Los
antropófagos (1896)
-La
Perla del Avapiés,{sic} (?)
-Un
millón (?) Incompleta
Voz
y
piano:
-Canciones
catalanas (1896-1897)
-Violetas
1901-1904)
-Passioneres
(1901-1906)
-Recopilación de
obras para voz
y piano (1904-1907) Muchas
sin completar.
con frecuencia
se trata de
transcripciones de
los lieder para
voz y orquesta.
Transcripciones para Banda:
-De
obras de
multitud de autores, desde Albéniz
hasta Weber, pasando
por obras del mismo Lamote.
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Biografía:
Infancia y primeros
estudios:
Nace en Barcelona el 7 de julio de 1872. Sus padres, de
ascendencia francesa, son Lluís Lamote de Grignon i
Lebiay i Elena Bocquet.
De muy pequeño, la familia pasó a residir en Tortosa, donde poseían
tierras, hecho por el que Joan consiguió el título
de Bachillerato en el Instituto de Tarragona en
1887. A la vez adquirió los primeros conocimientos
musicales de la mano de Josep Abarcat, pero sintiendo una muy fuerte
inclinación hacia la música,
se trasladó a Barcelona y se matriculó en el
Conservatorio del Liceo, que era el
único que había en aquellos tiempos.
Allí conoció a Antoni Nicolau, que fue su maestro de composición, así como
a T. Güell, Gabriel Balart (violín y B. Tintoré
(piano). Destacó en este instrumento de una manera
significativa y con el tiempo llegó a ser nombrado sucesivamente profesor
de piano (1890) y más adelante profesor de solfeo superior, auxiliar de
armonía y responsable de conjunto instrumental en el
mismo Conservatorio del Liceu.
Dinamismo de juventud y matrimonio:
Paralelamente a estos
acontecimientos, se casó con Florentina Ribas i
Mallol el 31 de julio de 1893 que le dio un único hijo, Ricard, nacido el
23 de septiembre de 1899, que estaba destinado a colaborar íntimamente con
su padre como continuador de su labor, especialmente en la dirección
orquestal. Es sabido que el nombre escogido lo fue debido a su admiración
hacia Richard Wagner. Por estas fechas, siempre que
la actividad concertística se
lo permite, se dedica a la composición. Es la
época de la Gavota en re mayor, Seis canciones catalanas,
Imogina y L'Angelo, alguna de
ellas estrenadas en el Teatro Lírico.
El cambio de siglo nos presenta a un dinámico Joan con madurez para la
composición de obras más ambiciosas. Nos
encontramos con el poema sinfónico Médona
(estrenado en el teatro del Liceu
el 22 de marzo de 1900), el
oratorio La Nit de Nadal
(La Nochebuena 1902) y el poema lírico Hesperia
(estrenado en el Liceo el 25 de enero de 1907 .
También el año 1902 fue el
de su presentación pública como director de
orquesta, escogido por La Asociación Musical de Barcelona, (que ya le
había concedido anteriormente el primer premio en el "I Certamen Musical
de Barcelona"), al frente de una orquesta no
titular en el sentido que entendemos ahora, puesto que los músicos eran
contratados por un número determinado de conciertos, pero que en su día
constituía una tribuna artística ideal para poner a prueba las dotes del
joven Lamote.
Al frente de esta orquesta no solamente
alcanzó un gran prestigio que lo
llevó a ser conocido por el gran público. Dió
a conocer obras de muy diferentes estilos y
compositores en primeras audiciones, se acercó
tanto a intérpretes nacionales como extranjeros,
creando un ambiente hasta entonces inexistente y,
en definitiva, colaboró en despertar
de manera permanente el interés por la música.
En esta tarea fue ayudado por pianistas como Granados, Malats, Fauré,
Saint-Saëns, Batalla; violinistas como Heermann, Thibaud, Manén, Massiá,
violoncelistas como Casals y muchos otros.
Repertorios variados:
Repasando
algunas de las obras interpretadas en este periodo, encontramos cantatas
de Bach, conciertos de Händel, Cristo en el monte
de los Olivos y la
primera audición de la Misa solemnis de Beethoven (interpretada
según costumbre de la época seccionada en tres
conciertos), el oratorio
Las Béatitudes de Cèsar Franck, la primera audición de Catalònia
de Albéniz, selecciones sinfónicas
de obras de Wagner (contando
con la presencia para este acontecimiento de
Sigfried Wagner, hijo del compositor)… En este aspecto Lamote coadyuva a
la consolidación del repertorio tanto clásico como
contemporáneo, otorgando a su acción un equilibrio entre arte y pedagogía,
que fue una característica de toda su vida.
La Banda
Municipal y la Escola Municipal de Música de Barcelona:
El
alcalde Ríus i Taulet creó en 1886 un cuerpo fijo de plantilla para la
Banda Municipal de Barcelona, que hasta entonces funcionaba del mismo modo
que hemos explicado para las orquestas, con contratos por temporada, en un
intento de consolidar la entidad y propiciar una madurez y regularidad en
sus actuaciones.
Los 60 profesores iniciales de la plantilla fueron puestos bajo la
dirección de Josep Rodoreda i Santigós. El Ayuntamiento también creó la
Escuela Municipal de Música con vistas a formar buenos profesionales para
el conjunto, de tal manera que las dos instituciones estaban ligadas como
un elemento pedagógico indispensable, pues el mismo Rodoreda era el
responsable de las dos entidades.
Todos los comienzos son difíciles y pese a su dedicación indiscutible,
Rodoreda no conseguía imponerse ante la indisciplina y la dejadez de
muchos músicos. Esto, unido a la otra responsabilidad de dirección de la
Escuela lo llevó a presentar su dimisión (1896). En un deseo tácito de
evitar el vacío de poder se hizo efectivo simultáneamente la dimisión de
Rodoreda y el nombramiento de Antoni Nicolau, hombre de gran prestigio
musical y con las dotes de firmeza y de organización necesarias para
acabar con la crisis.
Este se dedicó prioritariamente a la dirección de la Escuela Municipal de
Música y encargó la dirección efectiva de la Banda a Celestí Sadurní y
Gurguí, hasta entonces subdirector, con el título de Músico Mayor,
reservándose Nicolau la dirección jurídica de la institución. Sadurní hizo
una tarea excepcional en aquel delicado momento, que restituyó el crédito
artístico y ciudadano de la Banda, hasta su muerte (1910).
Anunciada la vacante para la plaza, Joan Lamote se presentó como candidato
junto con otros y no tuvo ninguna duda el jurado, que estaba formato por
el director de la Escuela Antoni Nicolau, Lluis
Millet y Eusebi Daniel, en decantarse unánimemente hacia él como nuevo
director, no sin crispaciones de determinados regidores y disputas entre
algunos componentes del mundo musical del momento. Pese a su valía y al
hecho de haber sido elegido por un jurado de expertos, la oposición
municipal consiguió imponerse ante la lógica artística y tras turbulentas
acciones, escritos, contra escritos, influencias y amenazas, el regidor
Jaussens forzó la realización de una nueva votación por el candidato por
él propuesto, Teodoro San José. El hecho es que el resultado final de la
votación fue de dieciocho a favor y once en contra, con lo cual el
mencionado San José, se convirtió en el nuevo director de la Banda.
La Orquestra Simfònica de Barcelona:
El acontecimiento dejó a
Lamote muy decepcionado pues en su cabeza hervían una cantidad de
proyectos para la Banda que ahora se veían truncados y ,cuando menos,
habrían de esperar como mínimo hasta una nueva oportunidad. Pero el
abatimiento no duró demasiado, puesto que al poco tiempo decidió fundar
una orquesta, contando con la ayuda de La Asociación Musical de Barcelona
y con la experiencia previa que había logrado como director gracias a la
confianza en él depositada por aquella entidad. La Asociación reaccionó
favorablemente a su propuesta y le apoyó inmediato. Tan es así, que la
presentación oficial de la nueva Orquesta Simfònica de Barcelona tuvo
lugar el día 13 de noviembre de 1910 en el Palau de la
Música Catalana, que hacía poco más de dos años que se había
inaugurado. El criterio para la programación de los conciertos fue la
misma que instauró en la Orquesta de la Asociación, es decir la búsqueda
de un público fiel, consolidación de un repertorio, y voluntad educadora.
En aquellas fechas el público barcelonés era relativamente nuevo en el
repertorio sinfónico, pese a que por Barcelona ya habían pasado entonces y
sobre todo en la primera década del siglo XX, importantes conjuntos
musicales y artistas cualificados de fama reconocida. Nos habían visitado
la Orquesta Filhamònica de Berlin dirigida por Arthur Nikisch (1901) y por
Richard Strauss (1908), la Orquesta de los Conciertos Lamoreux de París
por Camille Chévillard (1902 y 1905), la Sinfónica de Madrid por
E.Fernández Arbós (1909 y 1910), y solistas de piano como Joaquim Nin,
Raoul Pugno, Joaquim Malats, Isaac Albéniz, Alfred Cortot, Enric Granados,
Ignaz Paderewsky; de violín como Mathieu Crickboom, Joan Manén, Hugo
Heermann, Eugène Ysaÿe, Jacques Thibaud, y el violoncelista Pau Casals,
estos dos últimos con mucha frecuencia.
Llevó a cabo una tarea elocuente en la presentación de compositores
noveles del país, que el público barcelonés desconocía totalmente en aquel
momento o al menos su obra no formaba parte del repertorio con la
asiduidad deseable. Esta iniciativa la denominó "Primera Manifestación
Sinfónica de Autores Ibéricos". Paralelamente a la tarea inacabable de
director y a los correspondientes ensayos para ir puliendo cada vez más su
OSB, no abandonó la vertiente de compositor, pese a que lo que lo haría
más famoso era la popularidad que logró como director toda su vida, al
frente de la orquesta.
No solamente se limitó a la ciudad de Barcelona, pues en esta primera
etapa, de 1910 a 1916, se dieron conciertos en muchas capitales y pueblos
importantes de Cataluña, sino que también se dieron una considerable
cantidad de conciertos en España. Hasta sesenta y tres conciertos
repartidos entre localidades como Tarragona, Girona, Sabadell, Terrassa,
Reus, Manresa, Tortosa y València, Zaragoza, Madrid, Bilbao, San
Sebastián, Zaragoza, Granada, etc., lo cual hizo decir a Oriol Martorell
que la OSB había sido "una de las formaciones sinfónicas catalanas más
viajeras".
Mayoritariamente los conciertos se dieron en el Palacio de la Música
Catalana, en ciclos cortos, como 6 conciertos durante la temporada de
Cuaresma y 4 conciertos en otoño, además de acontecimientos puntuales,
como el estreno de la Misa en sí menor de J. S. Bach, junto con el Orfeó
Català y Albert Schweitzer al órgano y conciertos a beneficio del
Templo de la Sagrada Familia de
Gaudí, o para el monumento
a Jacinto Verdaguer.
Un hecho de gran trascendencia:
El 18 de mayo de 1914, por una resolución gubernativa, fue declarada nula
la decisión municipal de 4 de agosto de 1910, por la cual Joan Lamote de
Grignon no había podido acceder a la dirección de la Banda Municipal. El
alcalde Joan Pich i Pon restableció al que cuatro años antes había ganado
por méritos propios. Desde entonces la principal preocupación de Lamote
volvió a ser la Banda, en la cual tantas ilusiones había depositado años
atrás, pero sin descuidar el OSB, si bien ya no hubo prácticamente más
desplazamientos. El maestro prefirió dedicar el conjunto a los conciertos
populares, básicamente para el público de Barcelona.
No obstante, paulatinamente y como consecuencia de este hecho, la
Asociación no veía con buenos ojos esta acumulación de trabajo y la vieja
alianza con el maestro empezó a debilitarse hasta el punto que en febrero
de 1922, después de haber ofrecido gratuitamente el concierto nº 200 de la
OSB en la plaza de San Jaime, la Asociación suspendió su colaboración
económica lo que trajo graves problemas para la supervivencia de la
entidad. Desde entonces sólo podía contarse con los recursos generados por
taquilla, del todo insuficientes. Pese a esto, Lamote en medio de toda
clase de dificultades, aguantó un tiempo. Su constancia para capear los
escollos, el saber resolver con inteligencia determinadas situaciones,
reorganizaciones del ciclos, etc., hizo seguir adelante la orquesta, pero
a cambio de reducir cada vez más el número de conciertos que se podían
ofrecer. Los últimos que ofreció la OSB serían uno extraordinario de
beneficencia en el Teatro Eldorado el 13 de abril de 1924 y otro en el
Olympia el 11 de enero de 1925, dirigido este por C. Slavinski d'Agreneff.
Mucho se ha especulado si en todo el asunto tuviera que ver el hecho que
en 1920 fundara Pau Casals la Orquesta que llevaba su nombre. Ciertamente,
esta tuvo desde el primer momento una solidez económica y artística que
otras instituciones barcelonesas de aquel tiempo no tenían. El prestigio
que en todo el mundo había logrado su fundador como virtuoso del
violonchelo, la cantidad de músicos que había en Barcelona en aquella
época, insuficiente por completar las plantillas de las cinco orquestas
del momento y las mejores condiciones laborales y económicas, hizo que
tanto músicos como instituciones se decantaran hacia la nueva propuesta
del maestro del Vendrell.
Lo cierto es que las relaciones entre ellos serían siempre buenas y no se
resintieron a causa de estos hechos. Lamote fue llamado varías veces a
dirigir la Orquesta Pau Casals y en una ocasión el mismo Casals tocó la
parte de violonchelo solista de la obra Andalucía en un concierto de
homenaje en junio de 1929, dirigido por el mismo autor y formado todo por
obras de Lamote.
La Banda Municipal, segunda etapa:
Desde el primer momento tuvo clara una cosa. La Banda
Municipal de Barcelona debía renovarse sin falta, con tal de quitarle los
vicios y la forma rutinaria que estaba arrastrando, labor que ya llevaba
in mente desde 1910 al presentar su fallida candidatura. Quizás las mismas
palabras del maestro extraídas de una conferencia leída en el Instituto
Francés de Barcelona en mayo de 1935 nos resumen y nos aclaran la posición
en que se encontró al renunciar a la OSB. "…una vez la Orquesta Simfònica
de Barcelona reducida al silencio, me fue preciso encontrar el medio de
continuar, intensificándolo, el que consideraba como un deber ineluctable:
la educación artística de nuestro pueblo. Y el fin de la Orquesta
Simfònica ha dado nacimiento a la Orquesta de instrumentos de Viento. Si
con la primera había que esperar a que el pueblo viniera a nuestros
conciertos, con la segunda, puedo traer los conciertos al pueblo".
Además de las reformas internas de los diferentes bloques instrumentales
como fondo, también entró en el terreno de la forma, como es el hecho de
que las tradicionales audiciones de la Banda los domingos por la mañana,
que se hacían en el cruce de la Gran Vía de las Corts Catalanes con el
Paseo de Gracia, pasaran a lugares más adecuados, como por ejemplo la
Plaza del Rey o la Plaza de Sant Jaume cuando eran al aire libre, o al
Palacio de las Bellas Artes en un local cerrado. En efecto, el espacio más
reducido daba opción a oir mejor los matices de la formación, que podían
fácilmente pasar desapercibidos en un espacio tan abierto como era el de
la ubicación anterior.
De la mano de Richard Strauss:
En
marzo de 1925 Richard Strauss se encontraba en Barcelona, para dirigir una
serie de conciertos en la Temporada de Cuaresma del
Teatro del Liceu y el día 15 tuvo ocasión de
escuchar en la Plaza del Rey la versión
transcrita para la Banda hecha por el maestro Lluís Oliva, de su poema sinfónico
Muerte y transfiguración.
Sorprendido por la calidad de la versión, pidió poder dirigir el
conjunto, petición que fue inmediatamente concedida
como un gran honor. La audición tuvo lugar por la
mañana del 19 en la Plaza de Sant Jaume, para
que pudiera caber más gente. El éxito fue
apoteósico. El alcalde que
entonces era el varón de Viver llamó a Richard
Strauss a saludar desde el balcón del Ayuntamiento
a la multitud entusiasmada. Pero esto no es todo. El compositor austriaco
manifestó el deseo de llevar la Banda
a Alemania para que sirviera
de modelo para otros conjuntos, lo que demuestra la
calidad de la labor hecha por Lamote y su Orquesta de
instrumentos de Viento. Y así fue, pues en
agosto de 1927 en el marco de la Exposición Internacional de Frankfurt,
que con el título "Die Musik im Leben des Völker" se celebró del 20 al 28,
volvió Strauss a dirigir la Banda en el último concierto, interpretando su
poema sinfónico Don Juan, en la trascripción
de Joan Lamote. completaron la salida de la Banda las ciudades de
Wiesbaden, Bad Nabhein, Stuttgart, Ginebra y Lyon.
Una
labor que ni el estallido
de la guerra puede parar:
Ahora nos encontramos en los
años de mayor fecundidad del maestro, en que, lograda su valía y admirado
en todas partes, ve poco a
poco como el resultado de su esfuerzo es reconocido
cada vez más por el mundo musical y por el público
adicto a las audiciones, que pronto crean un
referente en la cultura popular del momento. Y cuando decimos popular no
nos referimos a las obras más o menos "fáciles", que tradicionalmente se
asocian a las bandas tan numerosas en nuestra geografía. Con
perspicacia, muy sabiamente, fue renovando
paulatinamente el repertorio hasta que dio a
conocer un conjunto de piezas que, gracias a su
acertada trascripción para banda, consiguió
hacerlas populares. Sólo haría falta buscar en las
hemerotecas y consultar los programas de mano para
confirmarlo.
Anotamos como hitos la participación fundamental en la Exposición
Internacional de Barcelona del año 1929, en que
actuó en numerosos conciertos extraordinarios, tal y como reclamaba un
hecho de esta magnitud. También destacamos el viaje
que con Robert Gerhard hicieron a Amsterdam en
1933 y a Praga en 1935, por
interesar en Barcelona la participación en el XIV
Festival de la SIMC (Societé Internationale de la Musique Contemporaine),
candidatura enfrentada a la de Berlín. Se consiguió
el objetivo y la semana del 18 al 25 de
abril de 1936, la ciudad se convirtió en el
punto de máximo interés mundial del mundo de la
música. Justo es decir que el
advenimiento tiempo atrás de la república en
abril de 1931 otorgó al país un régimen de libertades y de proyección
mundiales desconocidos hasta entonces.
Tras las Jornadas Internacionales del mes de
abril, continuó con los conciertos populares hasta el último de la
temporada el día 9 de julio, pero el
estallido de la guerra interrumpió la actividad musical
barcelonesa. La Orquesta Pau Casals quedó deshecha
y la Banda Municipal se convirtió en la única
institución que con regularidad cumplía con su público. Durante el
transcurso de la guerra, no dudaba en ir allá dónde
la situación social y patriótica lo pedía. Los conciertos menguaron los
años 1937 y 1938 cuando los bombardeos hacían
matanzas de civiles inocentes y mucha gente, aquellos que tenían un lugar
más seguro, se alejaba de la capital
hacia los pueblos con tal de
evitarlos.
La Orquestra
Municipal de Valencia:
Con el nuevo régimen - la
dictadura franquista - en el poder, llegaba la hora de las venganzas y las
represalias. Un informe fechado en junio de 1939 y sin firmar, acusaba
ignominiosamente a Joan Lamote de Grignon y a su hijo Ricard, de haber
llevado a cabo una serie de acciones infamantes, que comportaron la
apertura de un expediente de depuración por colaboración con el enemigo.
El redactado, en un estilo directo, vejatorio y vengativo, claramente
alejado de las fórmulas jurídicas, llevaba la impronta visible de una
revancha personal. Triste historia, puesto que el Ayuntamiento de
Barcelona, que habría podido enmendar el agravio, se limitó a corroborar
la destitución en el pleno del 29 de agosto. Anteriormente ya había
nombrado un "director accidental" en la persona de Ramon Bonell i Chanut.
Ahora nos encontramos con un hombre de 67 años abatido, desorientado,
sufriendo como otros muchos conciudadanos e intelectuales el largo
calvario de la infamia. Padre e hijo que tanto habían luchado por el
ideario del mundo musical pasaron un largo periodo silenciados por la
locura de los tiempos que corrían.
Pero manos amigas abrieron el camino. En València, como en tantos otros
lugares, conocían sobradamente la calidad de Lamote y su Ayuntamiento
quiso fundar una orquesta, para lo que fue llamado en diciembre de 1942.
Él sólo puso una condición, que su hijo fuera el subdirector. Así fue, (a
despecho de que en la lista de candidatos estaba antes Josep Manuel
Izquierdo) y al mes siguiente ya empezaron las pruebas para la admisión de
músicos.
De esta manera el público valenciano pudo disfrutar de todo el bagaje de
una personalidad en el momento más importante de su madurez humana y
artística (tenía ya 71 años) dirigiendo una formación pensada y
estructurada personalmente como sus queridas OSB y Banda Municipal. Su
hijo Ricard dirigió también en esta etapa gran número de conciertos,
siendo ambos conocidos y admirados cuando menos por el público que iba a
escuchar la Orquesta Sinfónica de València, puesto que existía una
vertiente de rencor y de envidia relacionadas con elementos sectoriales
adictos al talante político del momento. No era así en el Ayuntamiento,
dónde disfrutaba de un entorno favorable sobre todo en las personas del
alcalde Juan Antonio Gómez Trénor, conde de Trénor y el regidor Martín
Domínguez Barberà.
Durante estos cinco años de trabajo en València, murió el 4 de diciembre
de 1944 su esposa Florentina Ribas. Dos años más tarde volvió a rehacer su
vida, casándose con Marcela Llevarán i Paulin, antigua colaboradora suya
en las tareas administrativas de la Banda Municipal.
Al acabarse el contrato el Ayuntamiento le ofreció la posibilidad de
renovarlo, pero él lo rehusó, aduciendo que necesitaba una temporada de
descanso. Tenía entonces 75 años. Su hijo Ricard aceptó continuar con las
tareas de subdirector, junto al maestro Hans von Benda. Se le renovó
contrato por cuatro años en marzo de 1948, con una cláusula de rescisión o
renuncia voluntaria de cualquiera de las dos partes durante los primeros
seis meses. El hecho es que de pronto el 25 de agosto del mismo año el
Pleno del Ayuntamiento de València rescindió el contrato a Ricard Lamote,
sin consultarlo previamente a la autoridad política, ni musical, ni, desde
luego pedir la opinión del interesado.
Últimas actividades en el retorno a Barcelona:
La ciudad era en aquellos
momentos, humana y musicalmente, una sombra del pasado. Por todas partes
se respiraban las estrecheces y las angustias del
presente y se temia por el futuro. El temor y el
miedo de decir en voz alta lo que se pensaba en voz
queda, formaba parte de la vida ciudadana; dónde estaba el
esplendor cultural que él había conocido? A
pesar de todo, era su ciudad y se
enfrentó a ello.
Encontró otra vez el rescoldo necesario para seguir
y participó en el I Cursillo de instrumentación
para cobla
(pequeña orquesta de viento y percusión para
interpretación de música popular catalana), organizado por la
"Institución Musical Juli Garreta". Atrevida
iniciativa para la época, como se desprende de la
discreción con que las siete lecciones
a cargo de Joaquim Serra se
llevaron a cabo (seis en el
London Club, Gran Vía 615 y una en el Fomento de
las Artes Decorativas, en la cúpula del Coliseum),
pero que representaban un sello de identidad en el
enmudecido hecho catalán del momento. Como
conclusión Lamote desarrolló una disertación
sobre el tema "Las posibilidades futuras de los instrumentos de plaza y de
la cobla".
Barcelona había creado su "Orquesta Municipal de Barcelona", al frente de
la cual había colocado a Eduard Toldrá, de
innegable valía. Pese a que el
expediente sancionador de 1939 se había
sobreseído en febrero de 1943, era impensable que
él pudiera volverla a dirigir en aquel momento, cuando todavía los
rencores se hacían evidentes y el dolor de
incontables heridas flotaban mortecinamente en la cotidianidad. Debió ser
con otra orquesta, la Filharmònica creada por César Mendoza Lasalle, donde
volvió a reencontrar el calor del Palau
de Música y a muchos del músicos de años
pasados que con él habían colaborado,
y que habían tocado bien en la Orquesta Pau Casals
o en la OSB. Con ellos el 27 de febrero de 1949
dirigió el que seria el último concierto, actuando
Alicia de Larrocha como solista al piano. Por imposibilidad física ya no
pudo dirigir un nuevo concierto con la Novena de Beethoven que pocos días
después estaba anunciado.
Murió en Barcelona el 11 de marzo de 1949. El
silencio de las instituciones denotó un desagradecimiento
inapropiado hacia una persona que se
había entregado en cuerpo y alma con tanta nobleza y dedicación al
engrandecimiento
musical de la ciudad. Pero el pueblo de Barcelona y toda la profesión
musical enfervorizada sí rindió silencioso homenaje
al viejo maestro, acompañando sus restos en el
último trayecto de su paso por la tierra. El mismo
año, seis meses más tarde moria Richard Strauss,
que creyó en él. En aquel año la muerte hizo pasar
a la posteridad a dos grandes músicos.
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