Después del desastre militar y político del 1714, la literatura catalana tarda en superar les consecuencias de la derrota y no empieza a recuperar un cierto vigor hasta principios del siglo XVIII en que ya se manifiesta una considerable fuerza de la producción literaria. Esta recuperación no se consolidará hasta la obra de los Modernistas. 
Visto desde una óptica europea, desde los orígenes del Art Nouveau, con los fundamentos que encontramos en la obra de Ruskin, hasta la consolidación de una literatura catalana Modernista, transcurre un período de 40 años en que se van sucediendo hechos que irán impulsando el proceso y que se manifestarán simultáneamente con la evolución del pensamiento político catalanista. 
Los inicios los encontramos alrededor de la revista l'Avens, dirigida por Joaquim Casas i Carbó y por Jaume Massó i Torrents, que pronto buscará - a partir de 1891 - un modelo gramatical uniforme y normalizado mas adecuado, que se refleja en el cambio de su nombre por el de l'Avenç. Esta revista será crucial para la consolidación de la narrativa catalana a través del Modernismo. 
Posteriormente Raimon Casellas va elaborando unos criterios de análisis de la captación de la realidad a través de la emoción del artista y utilizando elementos naturalistas. Todo este proceso va evolucionando hasta desembocar en un pesimismo basado en el obra de Nietzsche. Este pesimismo se refleja en las "Estrofes decadentistes" de Joan Maragall - presentadas en las Terceras Fiestas Modernistas en Sitges -. Otros ejemplos, especialmente en términos de crítica literaria, los encontramos en Brossa y Rusiñol. La excepción es el teatro bajo la influencia de Ibsen, con los trabajos de Iglesias y también, pero con una orientación distinta de Adrià Gual. 
La técnica narrativa Modernista se va desarrollando a través de la obra de Casellas - "Els sots feréstecs" - otros escritores como Víctor Català (Caterina Albert) con "Solitud" (Soledad), culminando en la novela de Josep Pous i Pagès "La vida i obra de Jordi Freginals" (La vida y la obra de Jordi Freginals) que marca en al año 1912 el final de la narrativa modernista. 
Esta técnica se basa con frecuencia en una estructura de relatos cortos que posteriormente se integran dentro de una obra que los agrupa - este es el caso de "Els sots feréstecs" y de Solitud, así como de otras obras como "Josafat" de Prudenci Bertrana o "Pinya de rosa" de Joaquim Ruyra.
Entre los temas, debe señalarse especialmente el mundo rural que tratan muchos de los autores modernistas. 
Pero el Modernismo trató todos los géneros: la novela, el cuento, el ensayo, el teatro, la leyenda, la lírica, la épica, etc. frecuentemente haciendo referencia a episodios de la vida e historia nacionales de Cataluña. 
La literatura modernista será el núcleo a partir del cual, la literatura catalana experimentará un impulso decisivo, que la situará al nivel de la literatura nacional contemporánea de cualquier otro país europeo.