ANTONI GAUDÍ I CORNET (1852-1926)
La cerámica en la obra de Gaudí
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En la casa El Capricho también conocida como Villa Quijano en honor de su propietario, en la villa cántabra de Comillas, construida entre 1883 y 1885, ya encontramos una extensa decoración cerámica producida probablemente en la fábrica Pujol i Bausis de Esplugues de Llobregat. En todo caso, el origen también podría del todo o en parte ser otro, pero lo que es cierto, es que en El Capricho, Gaudí creó unas fachadas con predominancia de ladrillo amarillento y rojizo dispuesto en franjas horizontales, alternándolo con piezas cerámicas que representan girasoles en relieve a su vez alternando con otras piezas verdes que le dan a la fachada un aspecto ondulante de gran elegancia. La torre está casi completamente recubierta de cerámica en relieve. Para los Pabellones Güell en Barcelona, construidos en el año 1883, Gaudí escoge baldosas de un solo color azul y verde y otras jaspeadas de los mismos colores con los que adornó con austeridad los muros de obra vista. El exterior muestra una rica decoración cerámica de color claro con formas de concha que ocupan la mayoría de las superficies, excepto las que expresamente quedan con su base de obra vista y los coronamientos que tienen decoraciones variadas frecuentemente también completadas con cerámica policroma. Una de las obras de Gaudí con más contenido cerámico es
el Park Güell. Efectivamente, en toda la importante
extensión del parque, encontramos elementos cerámicos de formas y dibujos
muy variados. Muchas zonas del parque, especialmente la entrada, la escalera
principal, la sala hipóstila y la gran plaza nos muestran un estallido de
formas y de colores en cerámica. Esta riqueza ya se nota antes de entrar al
Park,
puesto que empezando desde el exterior, toda la pared de cierre está llena
de medallones y motivos cerámicos. Todos estos adornos son de dimensiones
importantes y tienen como motivo básico la P de Park y la G de Güell con
fondos de colores variados - rojo, azul, blanco, verde, etc., con dibujos y
formas siempre diferentes. Esta disposición permitió a Gaudí romper con
cualquier idea de monotonía y aplicar su principio de que el color debe
estar siempre presente en toda obra arquitectónica. La fachada exterior de la Casa Batlló en el Paseo de gracia de Barcelona es una orgía cerámica. Cuando vemos el edificio sorprende la espectacular sinfonía de colores, en el que predominan las tonalidades verdes y azules de una brillantez y una nitidez remarcables. La fachada posterior, mucho más austera también muestra una decoración cerámica que procede de las fábricas de Pujol i Bausis y de Sebastià Ribó. El patio interior presenta un degradado en moratón que procede de la fábrica de Sebastià Ribó en Sant Martí de Provençals - actualmente barrio del Clot de Barcelona -. Las chimeneas de La Pedrera también presentan una decoración cerámica procedente de Pujol i Bausis, aunque el conjunto del edificio tiene un aspecto muy diferente a la riqueza cromática de la Casa Batlló, al imponerse de una manera total la piedra y el hierro forjado, por lo tanto con una coloración mucho más uniforme. Poco o mucho, vemos que todas las obras de Gaudí muestran una notable riqueza de decoración cerámica. Todavía podríamos ampliar considerablemente esta pagina con otros ejemplos como la Cripta de la Colonia Güell, el Palacio Güell, Bellesguard, el Colegio de Santa Teresa o el interior del Palacio Episcopal de Astorga, pero nos limitaremos a añadir una mención a otra de sus obras de juventud, la Casa Vicens, no porque el propietario fuera fabricante de baldosas, dato que cada vez es más discutido, sino por mostrarnos, como El Capricho, una obra temprana con un notable dominio de los elementos cerámicos con un cromatismo de grandes contrastes, que probablemente en su época de construcción debía de escandalizar a más de un purista. |
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